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En un bar como muchos otros en España, un cliente se acerca a la barra para pedir una tapa.
Cliente 1: ¿Me pones una tortilla, por favor?
Camarera: ¿Qué tipo de tortilla prefieres?
Cliente 1: Normal.
Camarera: ¿Normal? Bueno, eso depende... ¿Con cebolla o sin cebolla?
Cliente 1: Pues con cebolla, claro. ¡Así es como se hace la tortilla!
Entra en la conversación otro cliente que está sentado cerca.
Cliente 2: ¡¿Con cebolla?! No, no, no. La tortilla "normal" es sin cebolla. La otra es un invento.
Cliente 1: ¿Invento? La cebolla le da sabor y la hace más jugosa.
Cliente 2: ¡Para nada! La tortilla de verdad, la clásica, es solo con patatas, huevos y un poco de sal. Nada de cebolla. Si
le pones cebolla, es como cambiar la receta de toda la vida.
Camarera: Vaya, parece que hemos tocado un tema caliente. Es realmente una patata caliente en España.
Cliente 1: Pero mira, si le preguntas a mi abuela, te diría que la cebolla es imprescindible. ¡Sin cebolla, no hay
tortilla!
Cliente 2: Pues la mía diría justo lo contrario. ¡Tortilla sin cebolla o nada!
Cliente 1: Es curioso cómo un plato tan simple puede generar tantas opiniones. ¿Y tú, cuál prefieres?
Camarera: Yo diría que soy neutral. A veces me apetece una tortilla jugosa con cebolla y en otros días una más simple. Pero
lo que más me gusta es ver cómo la gente discute sobre esto.
Cliente 2: Bueno, al final lo importante es disfrutarla, ¿no? ¡A mí me traes la mía sin cebolla!
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